TERCER ENCUENTRO

YO TE BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE,
 Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO

Este encuentro lo dedicaremos a hablar un poco sobre el Espíritu Santo

Pero antes un resumen de lo visto hasta ahora en los encuentros anteriores.

Se recomendó que los padres y padrinos participen activamente en estas reuniones además de respetar la asistencia y puntualidad, eso en lo exterior, pero en lo interior que aprovechen este período para intensificar la oración personal y familiar encomendando especialmente a la criatura para quien están pidiendo el bautismo.

Efectos del bautismo en los que se bautizan:

1.     Perdona todos los pecados del bautizado y el único que traen las guagüitas es el pecado original


2.     Son incorporadas a la iglesia, que es el cuerpo de Cristo de manera que los bautizados pasarán a ser parte del cuerpo místico de Cristo, y ¿Quién es Cristo? Es el hijo de Dios de manera que, al incorporarnos a Cristo,

3.    a través de Cristo, pasamos a ser hijos de Dios que es efecto más importante del sacramento.



En el primer encuentro vimos cómo ha de ser nuestra relación con Dios. Que no se trata de un ser distante ni vigilante. Todo lo contrario, se trata de un padre amoroso que siempre nos está esperando. Para ilustrarlo, leímos y comentamos un pasaje del Evangelio en que el Señor relata la parábola del hijo pródigo.  

En el segundo encuentro recordamos la definición que Cristo hizo de sí mismo: Yo soy la luz del mundo. Pero Jesús no quedó solamente allí. Agregó que nosotros también somos luz para el mundo. Porque podemos y debemos reflejar esa luz en medio de las tinieblas del mundo, sobre todo a estos niños y niñas que se están bautizando.
Dijimos que el día más importante para nosotros y para cada uno de los que se bautizan es precisamente el día en que nos bautizaron y dimos una tarea. Que cada uno averiguara en que día se bautizó para poder celebrar cada año recordándolo.
Dijimos que somos cristianos porque seguimos a una persona: a Cristo. Y que la idea es seguirlo a tal punto que debiéramos ser como dice san Pablo “el mismo Cristo” Para eso nos ayudará el Espíritu Santo.

El trabajo del Espíritu Santo en el alma

El Espíritu Santo es el regalo que Dios nos hace el día del bautismo. El trabajará en el alma de los bautizados desde ese momento para formarnos a la manera de Cristo. Facilitemos su trabajo. Impulsará a que hagamos el bien, a evitar el mal, a buscar y decir la verdad, a luchar por la justicia con misericordia, a que conozcamos y amemos más a Dios cada día.

Qué nos dice San Pablo sobre el Espíritu en
Gálatas 5, 13-25
13 Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en libertad, pero procuren que esta libertad no sea un pretexto para satisfacer los deseos carnales» háganse más bien servidores los unos de los otros, por medio del amor.14 Porque toda la Ley está resumida plenamente en este precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.15 Pero si ustedes se están mordiendo y devorando mutuamente, tengan cuidado porque terminarán destruyéndose los unos a los otros.16 Yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos de la carne.17 Porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren.18 Pero si están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley.19 Se sabe muy bien cuáles son las obras de la carne: fornicación, impureza y libertinaje,20 idolatría y superstición, enemistades y peleas, rivalidades y violencias, ambiciones y discordias, sectarismos, disensiones21 y envidias, ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza. Les vuelvo a repetir que los que hacen estas cosas no poseerán el Reino de Dios.22 Por el contrario, el fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza,23 mansedumbre y temperancia. Frente a estas cosas, la Ley está demás,24 porque los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y sus malos deseos.25 Si vivimos animados por el Espíritu, dejémonos conducir también por él.

El día de bautismo somos ungidos, es decir el Espíritu Santo se derrama en nuestros corazones y comienza a habitar en nosotros. Pasamos a ser templos del Espíritu Santo.

Por lo tanto los cristianos somos:
hijos de Dios,
otros Cristos, y
templos del Espíritu Santo.

La santísima trinidad actuando en este mundo a través de cada uno de los cristianos. He ahí la dignidad de cada bautizado, la que debemos siempre respetar, desde el más sencillo hasta el más encumbrado. O sea desde estos niños que recién se bautizan hasta el Santo Padre.

Que dice el mismo Jesús respecto al Espíritu Santo en
Juan 16,5-14
 5 Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: «¿A dónde vas?».6 Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido.7 Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré.8 Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio.9 El pecado está en no haber creído en mí.10 La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán.11 Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado.12 Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.13 Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.14 El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.


Que tu Espíritu Santo logre que yo me parezca más a Ti, que pueda tener tus mismos sentimientos. Que yo me deje moldear por Él, lo que cantamos: ”el barro en manos del alfarero”, pues bien, así tenemos que estar, dejar que este Dios Espíritu Santo moldeé en nosotros hombres y mujeres más parecidos a Jesucristo (Ver Video

La misión de Cristo fue tan hermosa y necesaria qué él mismo quiso formar seguidores, los apóstoles y los discípulos para que continuaran su misión. Para eso fundó la Iglesia y prometió que la acompañaría hasta el final de los tiempos a través del espíritu santo.
Los primeros cristianos formaron comunidades en las que escuchaban la Palabra de Dios que predicaban los apóstoles, oraban, celebraban la Cena del Señor y se amaban unos con otros. Cambiaban su vida. Un escritor de la época, no cristiano, puntualizó:
“¡Mirad cómo se aman!
Mirad cómo están dispuestos
a morir el uno por el otro”
(TERTULIANO, Siglo II)
Quizá la nota más característica de la vida de los primeros cristianos era cómo sabían quererse entre sí. Esta fue la señal por la que eran reconocidos por el mundo. Procuraban llevar a la práctica el mandato de Jesús “amaos unos a los otros como Yo os he amado”: ésta es la herencia que nos han dejado, y la que nosotros deberemos trasmitir a los que se bautizan ahora. No se trata de filantropía o de humanitarismo sin más: están dispuestos –como dice Tertuliano-  a dar la vida por los demás.
Jesús subió en cuerpo y alma al cielo y dejó a la Iglesia que es su cuerpo místico. En ella, Él está presente para que sigamos enseñando su Evangelio, sanando a los enfermos, consolando a los tristes, protegiendo al débil, perdonando los pecados, iluminando a los que van en tinieblas. En buenas palabras, santificando al mundo, empezando por el ambiente en que a cada uno de nosotros nos toca desempeñarnos.
Un sacerdote escribió: estas crisis mundiales, son crisis de santos
Un secreto.
—Un secreto, a voces:
estas crisis mundiales son crisis de santos.

     —Dios quiere un puñado de hombres "suyos" en cada actividad humana.
—Después... "pax Christi in regno Christi" —la paz de Cristo en el reino de Cristo.
Por el bautismo nos incorporamos a ese cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia y entonces empieza a circular en nosotros una vida nueva, que es la gracia de Dios. Y así pasamos a tener hermanos y hermanas en la fe que nos ayudan y nos quieren.
Y tenemos a nuestra madre del cielo, que Isla de Maipo llamamos Virgen de la Merced cuyo deseo más grande es que busquemos, encontremos y amemos a su hijo Jesús.
Bautizar un hijo significa para padres y padrinos tomar el compromiso de educarlo en la fe católica y motivarlo más con el ejemplo que con palabras a ser parte activa de la Iglesia, a quererla, a defenderla. Entonces a empezar o profundizar nuestra participación en la vida de la iglesia. Padres, madres, padrinos, madrinas, participen más en la vida de la Iglesia. Será la mejor garantía de crecimiento en la fe de las guagüitas que se están bautizando.

ANEXO
Recomendaciones y algunos aspectos de la ceremonia.



¿Quiénes deben estar presentes?
El padre y la madre, y los padrinos y/o testigos

¿Cómo presentarse?
Con una tenida adecuada de acuerdo a las posibilidades de cada cual en lo exterior. Recuerden de traer una vela.
Y en lo interior reflejando la alegría de haber recibido un hijo en la familia y con el gozo infinito de presentarse a la celebración del nacimiento a la vida de la gracia del niño por el sacramento del bautismo. Recordemos que será el día más importante de la vida de estos niños en este mundo.

Es absolutamente indispensable que sean estrictamente puntuales. Lo más recomendable es presentarse al menos con 10 minutos de anticipación. Padres y padrinos concéntrense en la ceremonia y que el resto de la familia se preocupe de los detalles de la fiesta, de recuerdos, regalos, etc.

Participación de padres y padrinos en la ceremonia:
El celebrante les preguntará:
¿Qué nombre han elegido para este niño?
Contestar con voz fuerte y clara
Que vienen a pedir a la Iglesia
El bautismo
A los padres: Al pedir el Bautismo para sus hijos, ¿saben que se obligan a educarlos en la fe, para que estos niños, guardando los mandamientos de Dios, amen al Señor y al prójimo, como Cristo nos enseña en el Evangelio?
Sí, lo sabemos.
A los padrinos:
Y ustedes, padrinos, ¿están dispuestos a ayudar a los padres en esa tarea?
Sí, estamos dispuestos.
Y, en silencio, signa a cada niño en la frente.
Después invita a los padres, y si parece oportuno a los padrinos, para que hagan lo mismo.

Oración de los fieles

A cada petición termina con la frase

Roguemos al Señor.

Y Todos contestan:

Escúchanos Señor, te rogamos (u otra respuesta habitual).

.

Después el celebrante invita a los presentes a invocar a los santos
Santa María, Madre de Dios,    ruega por nosotros.
San José, esposo de la Virgen,    ruega por nosotros.
San Juan Bautista,                        ruega por nosotros.
Santos apóstoles Pedro y Pablo,  rueguen por nosotros.
Se termina así:
Todos los santos y santas de Dios, rueguen por nosotros.

Renuncias y profesión de fe

Después pregunta a los mismos:
Celebrante: ¿Renunciáis a Satanás y varias otras preguntas?
Padres y padrinos: Sí, renuncio.

 Seguidamente el celebrante pide esta triple profesión de fe a los padres y padrinos:

Celebrante: ¿Creen en Dios, Padre todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra?
Padres y padrinos: Sí, creo.

Celebrante: ¿Creen en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre?
Padres y padrinos: Sí, creo.

Celebrante: ¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
Padres y padrinos: Sí, creo.

A esta profesión de fe asiente el celebrante y la comunidad, diciendo:
Ésta es nuestra fe. Ésta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Todos:
Amén.
El celebrante invita a la primera familia para que se acerque a la fuente. Después de conocer el nombre del niño, pregunta a los padres y padrinos:

Celebrante: ¿Quieren, por tanto, que vuestro hijo N. sea bautizado en la fe de la Iglesia, que todos juntos acabamos de profesar?
Padres y padrinos: Sí, queremos.

E inmediatamente el celebrante bautiza al niño diciendo:

N., yo te bautizo en el nombre del Padre,
primera inmersión o infusión de agua
y del Hijo,
segunda inmersión o infusión de agua
y del Espíritu Santo.
tercera inmersión o infusión de agua

Unción con el Santo Crisma

Entrega del cirio

Después el celebrante muestra el cirio pascual y dice:

Recibid la luz de Cristo.

Uno de cada familia (v. gr.: el padre o el padrino) enciende la vela del niño en el cirio pascual.

Recitación de la oración del Padre Nuestro

El celebrante, de pie ante el altar, dice a los padres y padrinos y a todos los presentes estas palabras u otras semejantes:

Hermanos:
Estos niños, nacidos de nuevo por el Bautismo, se llaman y son hijos de Dios. Un día recibirán por la Confirmación la plenitud del Espíritu Santo. Se acercarán aI altar del Señor, participarán en la mesa de su sacrificio y lo invocarán como Padre en medio de su Iglesia. Ahora nosotros, en nombre de estos niños, que son ya hijos por el espíritu de adopción que todos hemos recibido, oremos juntos como Cristo nos enseñó.

Y todos juntamente con el celebrante dicen:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros Perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Bendición

Seguidamente el celebrante bendice a las madres, que tienen en sus brazos a los niños, y a los padres y a todos los presentes, diciendo:

El Señor todopoderoso, por su Hijo, nacido de María la Virgen, bendiga a estas madres y alegre su corazón con la esperanza de la vida eterna, alumbrada hoy en sus hijos, para que del mismo modo que le agradecen el fruto de sus entrañas, perseveren con ellos en constante acción de gracias. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:

Amén.

Celebrante:

El Señor todopoderoso, dispensador de la vida temporal y la eterna, bendiga a estos padres, para que junto con sus esposas sean los primeros que, de palabra y obra, den testimonio de la fe ante sus hijos, en Jesucristo nuestro Señor.

Todos:

Amén.

Celebrante:

El Señor todopoderoso, que nos ha hecho renacer a la vida eterna por el agua y el Espíritu Santo, bendiga a estos fieles, para que, siempre y en todo lugar, sean miembros vivos de su pueblo; y conceda la abundancia de su paz a todos los aquí presentes, en Jesucristo nuestro Señor.

Todos:

Amén.

Celebrante:

La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo  y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.

Todos:

Amén.

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