SEGUNDO ENCUENTRO


SEGUNDO ENCUENTRO

ENCUENTRO CON JESUCRISTO

Jesucristo, la luz del mundo
Repasaremos cómo serán estas charlas y que se espera de los asistentes
Es importante su asistencia, su puntualidad en lo formal
Y en lo de fondo, se ruega que los padres y padrinos participen activamente, hagan las tareas que se le encomendarán para la semana e intensifiquen la oración personal y familiar encomendando especialmente en este período a la criatura para quien están pidiendo el bautismo. 

YO SOY LA LUZ DEL MUNDO, . El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida».


Nosotros queremos incorporar mediante el bautismo a nuestros hijos, a nuestros ahijados a la Iglesia. Deberemos entonces mostrarles a los niños quien es Jesús acercándolos a él mediante la lectura del evangelio donde está relatada la vida de Él y sus enseñanzas.



Pero sabemos que estas guagüitas no están preparadas para leer el evangelio, pero nosotros sí, de manera que empecemos desde ya a familiarizarnos con la vida de Jesús para que cuando sea oportuno empecemos a contarles a los niños como fue la vida de Jesús en esta tierra y que vino a enseñarnos.

Para ello es necesario que desde ya tengamos un encuentro personal con Jesús. Que aprendamos a tratarlo, a conversar con él. Jesús en el evangelio nos dice: Yo soy la luz del mundo
Juan 8:1-12
1 Jesús fue al monte de los Olivos. 2 Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a el. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. 3 Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, 4 dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. 5 Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?». 6 Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. 7 Como insistían, se enderezó y les dijo: «El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra». 8 E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. 9 Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, 10 e incorporándose, le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?». 11 Ella le respondió: «Nadie, Señor». «Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante». 12 Jesús les dirigió una vez más la palabra, diciendo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida».

Entonces dejémonos iluminar por la luz de Cristo. Pero Jesús no quedó solamente allí. Agregó que nosotros también somos luz para el mundo

Mateo 5, 14-16
14 Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. 15 Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. 16 Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.


Yo soy la luz y he venido al mundo para que el que crea en mí no permanezca en las tinieblas… y que nosotros también podamos ser luz para los demás, te recuerdo que este Jesús que dice Yo soy la luz del mundo, un día mirando a la gente les dice “brille la luz que hay en ustedes para que la gente al ver las cosas buenas que ustedes hacen glorifiquen al Padre que está en los cielos, (Ver Video)

-          El vino a este mundo para enseñarnos como debiéramos vivir para ser felices en la tierra y pasar al cielo después de esta vida donde nosotros y estos niños seremos felices para siempre

El encuentro personal con Jesús puede hacerse difícil en un momento en que «el ruido y el aturdimiento parecen reinar en el mundo». Sin embargo, «esta llamada sigue resonando en el corazón de cada uno para abrirlo a la alegría plena». Será posible responder a ella, concluye el Papa, «en la medida en que, a través del acompañamiento de guías expertos», cada uno sepa «emprender un itinerario de discernimiento para descubrir el proyecto de Dios en la propia vida»[Francisco, Carta a los jóvenes con ocasión de la presentación del Documento preparatorio de la XV Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos].
«Él tiene un plan para cada uno: la santidad»[F. Ocáriz, notas de un encuentro con jóvenes en Argentina, ].
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PRIMER ENCUENTRO DE LOS APÓSTOLES CON JESÚS

«Al día siguiente estaban allí de nuevo Juan y dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dijo: — Éste es el Cordero de Dios. Los dos discípulos, al oírle hablar así, siguieron a Jesús. Se volvió Jesús y, viendo que le seguían, les preguntó: — ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: — Rabbí — que significa: “Maestro” —, ¿dónde vives? Les respondió: — Venid y veréis. Fueron y vieron dónde vivía, y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima» (Jn 1,35-39).

Los protagonistas de esta escena del Evangelio debieron transmitir su recuerdo con gran emoción. Se trataba del momento más importante de sus vidas: el día en que se encontraron, por primera vez, con Jesús de Nazaret.

Como nuestros niños que serán bautizados. Será para ellos su primer encuentro con Jesús, el día más importante de sus vidas. 

Recuerdo una entrevista que le hicieron a Juan Pablo II, papa, Hoy San Juan Pablo II. Fíjense en todos los puestos y honores que recibió en su vida. Nada menos que Papa. Le preguntó el periodista que cual había sido el día más importante de su vida. ¿qué creen que contestó? No fue cuando nació, ni cuando se ordenó de sacerdote, ni de obispo ni siquiera de papa. El día más importante de mi vida, contestó fue el día de mi bautizo.

Uds, ¿se acuerdan qué día se bautizaron? Pues averigüen porque fue el día más importante de la vida de cada uno de nosotros. Y a estos niños que se bautizan recuérdenselos para siempre y celébrenlo más que el cumpleaños.
ES QUE ENCONTRARSE CON CRISTO ES LA EXPERIENCIA DECISIVA PARA PARA CUALQUIER CRISTIANO

En realidad, encontrarse con Cristo es la experiencia decisiva para cualquier cristiano. Benedicto XVI lo señaló con fuerza al inicio de su pontificado: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva». El Papa Francisco nos lo recuerda también desde el comienzo: «Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso».

¿Quién es Jesucristo para mí? ¿Quién soy yo para Jesús?

De la Primera Carta  de San Juan.
7 Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. 8 El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. 9 Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. 10 Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. 11 Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.

Y nosotros, ¿hemos experimentado un encuentro tan familiar como el de los apóstoles? Incluso si somos cristianos desde hace ya muchos años y llevamos toda la vida rezando, es bueno que nos detengamos un momento a pensar: «Para mí, ¿quién es Jesucristo? ¿Qué supone Jesucristo en mi vida real, hoy y ahora?». Con esta consideración podemos calibrar cómo es nuestra fe.
Todo esto no es una exageración. Jesús mismo dijo a sus apóstoles: «Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos… A vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he hecho conocer» (Jn 15,13-15). Son palabras actuales: Jesucristo «vive y os lo dice a vosotros ahora. Escuchad esta voz con gran disponibilidad; tiene algo que deciros a cada uno» [] Benedicto XVI, Audiencia General].¡Que busques a Cristo!

«¡QUE BUSQUES A CRISTO! 
¡QUE ENCUENTRES A CRISTO! 
¡QUE AMES A CRISTO!»
Los apóstoles se pusieron a buscar a Cristo, aun sin saber exactamente a quién buscaban. Sí sabía que buscaban algo que llenara su corazón. Tenían sed de una vida plena. No le parecía suficiente vivir para trabajar, para ganar dinero, para hacer lo mismo que todos… sin ver más allá del horizonte de su pequeño pueblecito. Tenían un corazón inquieto, y querían saciar esa inquietud.

¡Que encuentres a Cristo!
Descubrir que alguien nos ama despierta en nosotros un deseo enorme de conocerle. Saber que alguien ha tenido con nosotros una atención de buen amigo hace que queramos conocerle. Descubrir que hay alguien a quien le importamos, que hay alguien que nos está esperando, y que tiene la respuesta a nuestros anhelos más profundos, nos lleva a buscarle. Podremos a partir de entonces empezar a tratarle como a un amigo. Procuraremos conocerle mejor, leyendo el Evangelio, acercándonos a la Santa Misa, disfrutando de su intimidad en la Comunión, cuidándole en quienes más lo necesitan. Y procuraremos darnos a conocer, compartiendo con nuestro Amigo nuestras alegrías y nuestras tristezas, nuestros proyectos y nuestros fracasos. Porque eso es, después de todo, la oración: «tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama»[ Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida].

¡Que ames a Cristo!
Para cada uno de los apóstoles, el día en que encontraron a Jesús fue el día en que su vida cambió. Por supuesto, tenía aún mucho camino por delante. Desde la pesca milagrosa hasta los viajes con Jesús por Palestina; desde sus milagros hasta su palabra que llenaba de alegría el corazón, o hasta sus gestos de cariño con los enfermos, con los pobres, con los despreciados… Pero, sobre todo, aquellos momentos de conversación a solas con el Maestro. El diálogo que comenzó una tarde, junto al río Jordán, iba a durar toda una vida.
LA RELACIÓN CON NUESTROS AMIGOS NOS VA TRANSFORMANDO, HASTA QUE LLEGAMOS A QUERER LO MISMO
Todos tenemos experiencia de la medida en que una amistad nos cambia. Por eso es lógico que los padres estén pendientes de las amistades de sus hijos. Sin darnos cuenta, la relación con nuestros amigos nos va transformando, hasta que llegamos a querer lo mismo y rechazar lo mismo.
Lo mismo nos puede suceder a cada uno de nosotros: encontrar a Jesús y tratarle nos llevará a querer amar como Él ama. No debe sorprendernos que ese deseo vaya tomando nuestro corazón: dejemos que se llene de agradecimiento, porque el Señor quiere contar con nosotros para hacer presente su Amor en el mundo. Vivir con Cristo nuestra vida entera
Así es como Dios actúa en cada persona: «El amor noble de Jesús nos anima a hacer grandes cosas, y mueve a desear siempre lo más perfecto. El amor quiere estar en lo más alto, y no ser detenido por ninguna cosa baja»[ T. de Kempis, La imitación de Cristo, libro III, cap. 5]. Le sucedió a Juan, como le sucedió a Pedro, a Santiago, a Pablo… a Bartimeo, a María Magdalena y a tantos otros desde que Jesús vino al mundo. La presencia del Señor no es menos real hoy que entonces. Al contrario: Jesús está más presente, porque puede vivir en cada uno de nosotros. Más que invitarnos a compartir la misión que Él recibió de su Padre, pues, Jesús quiere amar desde nuestra vida, desde dentro de cada uno: «permaneced en mi amor», nos dice (Jn 15,9), para reconciliar este mundo con Él, cambiar odio por Amor, egoísmo por servicio, rencor por perdón.

Los apóstoles, recibieron una misión que daría forma a sus vidas completas: «— Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura» (Mc 16,15). También nosotros, si escuchamos nuestro corazón inquieto y buscamos a Jesús, si le encontramos y le seguimos, si somos amigos suyos, descubriremos que Él cuenta con nosotros. Nos propondrá que le ayudemos, cada uno a su modo, en la Iglesia. Como un amigo que, precisamente porque nos quiere, nos propone sumarnos a un proyecto entusiasmante. «Hoy Jesús, que es el camino, te llama a ti, a ti, a ti a dejar tu huella en la historia. Él, que es la vida, te invita a dejar una huella que llene de vida tu historia y la de tantos otros. Él, que es la verdad, te invita a abandonar los caminos del desencuentro, la división y el sinsentido. ¿Te animas?»[ Francisco, Vigilia de Oración con los Jóvenes durante la JMJ en Cracovia, 30-VII-2016.].

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